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miércoles, 24 de enero de 2018

Abriéndonos a una Vivencia más Amorosa


Vivimos en uno de los momentos más transformadores en la historia de nuestro planeta. Esencialmente, un tiempo de despertar de la consciencia.

Por supuesto, puede que algunas personas no sean ni  remotamente conscientes de esto, ya que cada uno experimenta la vida dependiendo de dónde pone su atención, y en este momento hay muchas distracciones tecnológicas, sociales y mediáticas, entre otras.

 Sin embargo, aquellos de nosotros que miramos en otra dirección estamos percibiendo una expansión en la Conciencia grandiosa. Aun  nos damos cuenta de cuánto han cambiado nuestros procesos y percepciones los últimos años.

En ésta época de despertar global, se hace cada vez más evidente que "todo lo que hacemos al otro, por o para otro, lo estamos haciendo por nosotros mismos" pues en el Campo de Conciencia que solemos llamar Dios…todos estamos relacionados y tejidos como hilos de una única urdiembre.

La energía de la Transformación se dispara y nos toca individual y globalmente y eso se nota en el descontento social, institucional, y más en lo personal, lo más íntimo, donde experimentamos desazón, confusión, cansancio de seguir cumpliendo con normas que  profundamente ya no nos convencen.

Estamos presenciando lo que llamo la Gran Transformación: un período de agitación social  y de poco innovadas políticas que indican la agonía y la disolución del Viejo Paradigma por un lado, y una mayor aceptación de nuestra interdependencia indicándonos una nueva forma de estar en armonía con toda Vida.

Esto, no es un brote revolucionario…sino EVOLUCIONARIO. La evolución es la revolución que necesitamos…una evolución con el amor compasivo y la paz como sustento.

Ante el caos y la desidia que parecen reinar, consideremos que no somos simplemente organismos reactivos que responden a meros estímulos. Tenemos el poder de la elección intencional y consciente. Podemos  elegir  dónde poner nuestra atención, podemos  elegir  qué alimentar con nuestra energía, podemos  elegir  qué apoyar con nuestro dinero, podemos  elegir  cómo responder a lo que percibimos, y podemos  elegir las palabras y hasta el tono de voz en nuestro hablar. Podemos  elegir  la actitud y la intención que traemos a nuestro mundo, y más específicamente, a nuestra comunidad.

  Compasión en el corazón, claridad y coherencia en la palabra, el pensamiento y la acción.

En realidad es bastante simple: la clave del poder del individuo está en nuestras relaciones, porque la base de una vida armoniosa en cualquier sociedad depende de nuestra interrelación y cómo elegimos tratarnos el uno al otro diariamente, no solo cuando estamos en un encuentro de meditación, un retiro o una fecha determinada en que se festeja el reencontrarnos y amarnos a pesar de nuestros roces egoicos.
No necesitamos esperar a que un desastre natural nos inspire a estar "todos juntos en esto" porque realmente TODOS estamos en esto - la Vida - juntos.

 No necesitamos esperar a que una catástrofe nos recuerde actuar con  amabilidad, cooperación, consideración, generosidad o compasión;  podemos elegir expresar esas cualidades en cada encuentro, todos los días, y no necesitamos que factores como raza, religión, nacionalidad, género o incluso afiliación política entren en juego o importen.

Comencemos sin tardanza, desde donde podamos y estemos. La forma más sencilla de decirlo es: seamos amables. Aprendamos a expandir una energía amorosa hacia todo lo que esté en nuestro campo energético, sea vegetal, animal, humano e incluso elementos materiales.

¿Cuántas veces nos encontramos con  personas que viven dando portazos, descargando su insatisfacción golpeando niños, animales y aún objetos, a los que se debería tratar con igual consideración porque sencillamente forman parte de la Vida… que los ha creado para que nos sirvan con energías solidarias y a las que podemos agradecer al menos con suavidad y estima?

 Podemos elegir ser amables y agradables cuando tratamos con el cajero o el mozo que nos sirve, podemos elegir ser considerados con los demás cuando conducimos por la calle, podemos elegir ser amables, solidarios o corteses en cada contacto humano. En un mundo que se ha acelerado exponencialmente, solo estar dispuesto a atender, tener en cuenta o escuchar al otro, ya es un acto de suma bondad.

Como dijo Mark Twain…”la bondad es el lenguaje que los sordos pueden oír y los ciegos ver”.
A nuestro alrededor hay gente en tareas que hemos realizado y otros haciendo lo que nunca quisiéramos hacer. Estas personas no son anónimas, son nuestros vecinos, nuestra madre, padre, hermanos, hijos o el ser querido de alguien, y nos están sirviendo en los roles que ocupan, sean los que sean.

 ¿Qué pasaría si expresáramos aprecio por su servicio e hiciéramos que su encuentro con nosotros fuera un momento de calidez y conexión?

¿Qué pasaría si la intención predeterminada en nuestra vida cotidiana fuera hacer que la gente se sienta bien consigo misma? 

  ¿Qué pasaría si lo que le decimos, escribimos o escuchamos provocara como respuesta un: "Esto cambió mi día"?
El cambio que queremos ver en nuestro mundo no es algo que se pueda legislar o imponer desde afuera; no es algo que podamos lograr a través de protestas, marchas y huelgas. Es algo que solo puede venir desde el interior de cada uno de nosotros eligiendo traer un poco más de bondad a nuestro trato a medida que vivimos nuestras vidas.

 La física cuántica nos dice cómo el observador afecta lo que observa: esa es la forma en que los individuos afectamos nuestra realidad colectiva.

 ¿Qué pasaría si comenzamos a observar a través de los ojos del amor? 

De la misma manera que la recompensa de la paciencia es la paciencia, la recompensa de un acto de  bondad es: vivir en un mundo más amable, más amoroso. 

En verdad: todo lo que encarnamos y expresamos crea el mundo en el que vivimos.

Los pequeños actos individuales tienen el poder de afectar la conciencia colectiva. Se demostró experimentalmente que una oración grupal, masiva, bajó los índices de criminalidad en toda una ciudad.

Cuando reconocemos que somos parte de un Todo y continuamente contribuimos con la calidad de nuestra energía a ese Todo, podemos elegir y expresar más amabilidad, elevando el índice vibratorio del colectivo y contribuyendo a una sociedad transformada.

Todo cambio comienza en cada decisión  personal.

Me convoco y les convoco al cambio…por una experiencia más amorosa y pacífica.

Tahíta

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